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Anécdotas Residencia Femenina

  • Mi etapa en la residencia

Residencia Teresa Loring. Cuantas chicas de tan diferentes lugares, cuanta juventud con anhelos y esperanzas.
Era un edificio de cuatro alturas donde las chicas dormían en literas. Siempre estaban juntas en el comedor las más veteranas, chicas que sus padres estaban en el extranjero y se pasaban en la residencia casi todo el año. Había alrededor de 120 niñas. Todas iban al Instituto. La directora del centro, Luisa García Aguilar, las protegía, siempre quería lo mejor para ellas. Incluso con la comida procuraba que todo fuera de la mayor calidad.
Se celebraban muchos eventos y las chicas participaban en él. Las cenas de:" Las Reuniones médicas al norte del Torcal", eran una concentración de médicos y cenaban en el espacioso y coqueto comedor, donde una chimenea casi en el centro, daba un ambiente de intimidad. Las mesas se servían con exquisitez, porque una de las normas de la residencia es que las niñas comieran correctamente, incluso la fruta era comida con protocolo.
Mi trabajo en esta residencia, de alrededor de casi año y medio, me aportó positividad, me enseñó a convivir con gente de distintos lugares.
Un grupo de ellas de las más veteranas, cuando se tuvieron que marchar porque habían finalizado sus estudios aquí en Archidona, inventaron una canción:

Colegio Teresa Loring nunca lo olvidaremos
y por muy lejos que estemos siempre lo recordaremos
¡ay, señorita cuanta pena nos da
el tenernos que marcharnos
y no estar en Archidona ya!
También queremos pedirle este pequeño favor
También queremos pedirle este pequeño favor
y es que siempre usted nos guarde muy dentro del corazón
y es que siempre usted nos guarde muy dentro del corazón.

La noche que la cantaron todo el comedor se entristeció, ya que se marchaban las alumnas más antiguas en el centro: Remedios Mora, Chita, Virtudes, Gertrudis, Consuelo, Remedios...
Tanta buena gente, a las que la mayoría no he vuelto a ver. Pero sin embargo las tengo en mi mente, cercanas y entrañables
Buena gente también eran las trabajadors: Dolores que era la cocinera, Frasquita que guisaba de maravilla, Paca, Encarna, Dolores, Antonia. Y mi compañera de trabajo, Mª Carmen, por desgracia ya desaparecida y yo. Éramos las dos educadoras. Trabajo que hizo que nos formáramos en cosas que por nuestra edad (éramos muy jóvenes) no sabiamos. Pero nos esforzamos y de este periodo no tengo nada más que buenos recuerdos. Hermosos recuerdos. Y cariño, mucho, hacia esas niñas que aportaron a mi vida perspectivas nuevas.
Mi recuerdo las acaricia con dulzura. Donde quiera que estén les deseo lo mejor.
Residencia femenina, soplo de juventud en la calle Comedias.

 

 

 

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